martes, julio 23, 2024
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Reflexión de la iglesia en torno al matrimonio y la familia

Matrimonio, familia y felicidad son conceptos y realidades que debe ir de la mano.

 

Divorcio[1]

 

Por Andrés Felipe Lasso

 

 

El 8 de septiembre el Papa Francisco publicó los documentos ”Mitis Iudex Dominus Iesus” y ”Mitis et misericors Iesus”diarios, sobre la reforma del proceso canónico para las causas de declaración de nulidad del matrimonio, respectivamente en el Código de Derecho Canónico y en el Código de los Cánones de las Iglesias Orientales. Noticia que no pasó desapercibida por los portales informativos, redes sociales, periódicos y noticieros televisivos.

Muchos ven positivamente este acontecimiento. Todo un avance en los procesos de nulidad, los cuales tienen fama de ser largos, difíciles y caros. Aunque no se debe ignorar que la Iglesia ha avanzado notoriamente en este aspecto en los últimos años. En resumidas cuentas la reforma, suprime la obligatoriedad de la doble instancia requerida para validar la nulidad, le da al obispo la facultad de decidir directamente cuando hay una evidencia clara de vicios en el matrimonio, entre otros aspectos.

Esta noticia es innegablemente un aporte significativo al proceso de nulidad, el cual está impulsado por un espíritu de misericordia hacia algunas uniones que se vuelven humanamente imposibles de sostener y por supuesto abre la ventana de la esperanza para algunos que se han distanciado de la Madre Iglesia, la cual sigue esperando con brazos abiertos a sus hijos.

Este aporte del Papa, es un paso en el gran camino que tiene la Iglesia para reflexionar y buscar soluciones a los grandes e innumerables problemas con que se enfrenta la familia; pues no hay que hacer ningún estudio para saber que la familia está en crisis y que el matrimonio no es siempre el resultado de una decisión concienzuda, desprendida, definitiva y mutua que permita hacer realidad ese “hasta que la muerte los separe”

El matrimonio es un vínculo entre humanos, naturalmente con defectos y aspectos de la vid9418800826_5d004abc0e_o[1]a por mejorar. Nadie se casa con un ser perfecto, sino que por el camino y en la convivencia por el amor se van puliendo, comprendiendo y ayudando; por lo que los problemas son casi inevitables en los matrimonios. Pero también superables.

No obstante hay situaciones en donde la realidad es desafortunada y caótica. Parejas a las que la convivencia les implica un mundo de insultos, borracheras, peleas, golpes, infidelidades, mentiras… y maltratos de toda índole, permaneciendo en un una condición de real aguante casi siempre injustificado. Teniendo tristemente como mejor opción la separación, la cual implica en cierto modo en palabras de Francisco “el distanciamiento físico o moral a las estructuras de la iglesia”

”Por lo tanto es la preocupación por la salvación de las almas que, hoy como ayer, sigue siendo el fin supremo de las instituciones, de las leyes y del derecho lo que impulsa al Obispo de Roma a ofrecer a los obispos este documento de reforma ya que ellos comparten con el la tarea de la Iglesia, de tutelar en la unidad en la fe y en la disciplina sobre el matrimonio, gozne y origen de la familia cristiana. El empuje reformador está alimentado por el gran número de fieles que, no obstante deseen estar en paz con su conciencia, a menudo están separados de las estructuras jurídicas de la Iglesia a causa de la distancia física o moral; de ahí que la caridad y la misericordia exijan que la misma Iglesia como madre se acerque a los hijos que considera separados”. 8 de septiembre Ciudad del Vaticano.

Francisco viene haciendo un camino, de apertura al amor y la misericordia, para que todos, a pesar de sus dificultades, distanciamientos, o desacuerdos sientan que Dios es un Dios de amor inagotable y misericordia infinita, que en todo tiempo ama y acoge.

Es oportuno que las parejas, y matrimonios reflexionen, en cuanto a la solidez de su vínculo y el papel de Dios en estos. Sin duda alguna la mejor solución a las enfermedades se llama prevención. Lo mismo aplica para el matrimonio, la vida en pareja, religiosa, sacerdotal, soltera y cualquier proyecto que humanamente se emprenda. Por eso espacios y tiempos como el noviazgo o el seminario son vitales para discernir y preparar la vida, siempre en búsqueda de la felicidad propia y de los demás. Eso sí, consciente de que Dios siempre quiere lo mejor para sus hijos y que un error siempre es una oportunidad para mejorar.

 

 

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